Abogadas de un buffete de prestigio que tienen a su perrito de foto de perfil, directivos con eslóganes radicales, una foto en el Caribe como foto de portada cuando no se ha comunicado a los clientes que está de vacaciones… Puede parecer que ambas cosas pertenecen a mundos distintos, pero en Internet este espacio es inexistente.
Mientras en la vida real al salir de una oficina en muchas ocasiones se desconecta completamente con respecto al trabajo y comienza una vida personal, en Facebook, Twitter e Instagram mantenemos esta doble faceta de nuestra v ida las 24 horas en funcionamiento.
Desde el mismo momento en el que permitimos que nuestros perfiles sociales sean rastreados en Google y visibles a cualquier usuario, damos nuestra aprobación a que se conozcan datos personales de nosotros, incluso aunque se relacionen o sean buscados por profesionales.
En consecuencia, nuestra reputación online está en juego prácticamente con cada publicación por lo que deberíamos pensar bien cómo gestionar nuestra presencia online.
Podemos optar por la vía profesional. Consiste en limitar la presencia en redes sociales a perfiles profesionales, lo que supone renunciar al valor personal de todas ellas. Además requiere una exigencia continua en lo que se refiere a contactos, publicaciones y seguimiento de otras páginas o perfiles, siempre relacionada con el sector profesional.
Otra solución es la contraria, la vía personal. Se trata de restringir toda presencia online a efectos personales. Para conseguirlo hay que aprovechar las opciones de configuración de privacidad de cada una de ellas y limitar el acceso externo. Sin embargo, esta opción transmite un mensaje negativo que puede afectarnos profesionalmente, dado que parece que se oculta algo que, obviamente, consiste en nuestro derecho a la privacidad.
Por descontado, hay opciones intermedias. Cada vez los usuarios usan más los nicks, apodos y pseudónimos para mantener un contacto personal con sus amigos y conocidos y dejan el nombre propio completo para el perfil profesional.
Es una posibilidad más efectiva, si bien también precisa al usuario saber distinguir en sus publicaciones entre el perfil personal y el profesional. No es fácil de gestionar pero la privacidad en nuestras publicaciones se podrá mantener intacta e incluso no saldremos reflejados en los resultados de búsqueda.
Por último queda la gestión clásica de un nombre propio en perfiles personales y profesionales. Es en teoría la opción idónea, pero tiene el peligro comentado desde el principio, dado que cualquier publicación personal nos afectará a la imagen profesional que se tiene de nosotros mismos, por lo que en realidad la libertad de publicación no es tal.