El concepto de influencer es relativamente reciente. No se entiende al nivel de hoy en día sin su relación con las redes sociales.
Antes de la llegada de Internet, un influencer podría haber sido el equivalente de un showman televisivo de hora punta, en los típicos programas de entrevistas después de la hora de cenar. Su personalidad, sus invitados y todo el espectáculo que le rodea, era visto por millones de personas.
En aquellos años antes de que Facebook fuera siquiera una idea, los showman televisivos eran vistos por mucha gente que los encontraban carismáticos, tenían una imagen positiva de ellos. Curiosamente, también había un gran número de seguidores que eran detractores y sólo los veían con el fin de poder criticarlos.
En un influencer actual la situación no ha cambiado demasiado. Los usuarios de gran influencia tienen millones de seguidores, pero el porcentaje de críticas y halagos está proporcionado o, como mucho, cuenta con cierta ventaja la parte crítica.
La gestión de reputación online del influencer
Sin embargo, dado que un influencer se basa en reputación online, la situación es algo diferente a la del showman televisivo. Mientras este último podría arruinarse ante un escándalo o situación que afectase a su reputación, la capacidad de respuesta del influencer para contrarrestar una opinión negativa es mucho mayor.
Un influencer puede enfrentarse a una mala reputación online por diversos motivos. Uno de los más frecuentes es que su contenido no sea del agrado de algún usuario, motivando con ello comentarios negativos o incluso ofensivos.
El influencer apenas debe preocuparse de este aspecto, pues la masa de seguidores es la que se encargará de enfrentarse a estos comentarios o, simplemente, hundirlos cronológicamente por la gran cantidad de participaciones halagando a su ídolo.
Otro caso es aquél en el que su contenido genera una discusión o rechazo general de la sociedad, por ejemplo, un vídeo en YouTube que pudiera ser considerado despectivo o racista. En estos casos la ayuda de los seguidores no suele ser suficiente, se necesita la participación activa del influencer. Lo mejor es, de forma general, subir un nuevo contenido que derive la atención hacia nuevos temas de debate.
Por último, está el caso en el que el influencer obtiene una mala reputación online por una relación contractual con una empresa. El problema puede devenir de que dicha empresa tenga por sí misma mala reputación online o, al contrario, que el influencer haya cometido un error tan grave, que mine la confianza de los inversores y terminen rechazando el acuerdo contractual.
Este último caso, el más grave de todos, hace disminuir la confianza en el influencer y le complicará muchísimo poder obtener otro acuerdo de colaboración similar con otras empresas. La aparición pública en colaboración con otra compañía, es una de las pocas metodologías con las que recuperar el estado de reputación anterior.