Las redes sociales se han convertido en un medio de expresión y comunicación al alcance de todo el mundo. Se trata de plataformas en las que cualquier persona puede registrarse y usarla libremente, lo que ha hecho que se convierta en un auténtico escaparate. Esto como todo, tiene sus inconvenientes y es que hay que ser conscientes que parte de nuestra vida es totalmente pública, aunque pensemos que de momento, poco le puede importar a algunas personas.
Hay una tendencia clara de los usuarios en internet a expresarse con mayor sinceridad y sin tener tan en cuenta las repercusiones que esto puede tener. Parece que el escudarnos detrás de una pantalla de ordenador o del móvil nos hace más valientes a la hora de expresar nuestras opiniones al no tener que defenderlas cara a cara. La vergüenza queda a un lado y los reparos a la hora de realizar una crítica o comentario negativo parece que se desaparecen. Esto sin embargo, puede tener unas connotaciones mucho más negativas de lo que nos pensamos.
Cada vez más reclutadores a la hora de analizar una persona se fijan en las redes sociales,ya que estas son un reflejo de la actitud y forma de ser de la persona además de sus posibles intereses o cualidades profesionales. Imagina por un momento que es tu responsabilidad decir contratar a alguien como jefe y detectas por ejemplo en Twitter, comentarios de un candidato criticando a su anterior jefe o quejándose constantemente de su puesto de trabajo, ¿realmente lo contratarías?. Sin lugar a dudas las quejas hacen que tengamos una percepción negativa de una persona, quisquillosa y problemática.
No se trata de que no se pueda expresar una opinión o quejarnos de algo que nos parezca injusto, sino de cuidar lo que se dice en nuestros perfiles sociales. En muchos casos estos son públicos y pueden transmitir una sensación equivocada de nosotros como personas.