La reputación online de Facebook ha sumado un nuevo varapalo con el último estudio realizado por la compañía de Zuckerberg. La red social número 1 por excelencia ya se ha visto envuelta en multitud de problemas relacionados con la privacidad y los datos de los usuarios. Más recientemente, existe polémica por cómo deciden por los usuarios que tipos de contenidos son los que se muestran, lo que se conoce como Edgerank. Un algoritmo que decide qué publicaciones son más interesantes para el usuario, algo que a muchas personas y sobre todo a quienes gestionan páginas no les hace nada de gracia. De hecho Facebook tuve que salir recientemente al paso explicando el motivo de la existencia de este algoritmo pero lejos de calmar los ánimos, nadie se ha creído sus motivos. Todos piensan que los ingresos por publicidad es el único objetivo.
Si ya con todo esto Facebook tenía más que suficiente recientemente ha saltado de nuevo el escándalo con lo que se ha conocido como el estudio de las emociones de Facebook. Al parecer Facebook llevó a cabo un estudio académico mediante el cual mostraba noticias positivas y negativas en los feeds de noticias de usuarios. Es decir, ya no es que un algoritmo decida lo mejor para el usuario (supuestamente) sino que han modificado y seleccionado de forma descarada y sin consentimiento las noticias que un usuario visualizaba en Facebook. Para ello han utilizado a un grupo de usuarios con el que han comprobado que se pueden modificar los sentimientos mediante las noticias. Así, a los grupos de usuarios que se les mostraban noticias negativas se sentían más tristes y desanimados y por supuesto ocurría lo contrario si se mostraban noticias positivas. Esto se comprobaba mediante las siguientes publicaciones que los usuarios realizaban en la red social.
El estudio se ha hecho público y para muchos ha superado las barreras de la ética de lo que una empresa puede hacer con su plataforma y usuarios por mucho que sea para un estudio académico. De hecho, uno de los primeros organismos en actuar va a ser la agencia de protección de datos británica que investigará lo ocurrido y se pondrá en contacto con la sede central de Facebook en Dublín.