Atrás quedaron número de ventas, contactos o impresos rellenados en un día, estas métricas han perdido mucho poder en la empresa moderna. No nos engañamos, por supuesto que las ventas son importantes o la productividad de un empleado a la hora de realizar sus tareas, pero no son tan rígidas como antes.
Seguramente si nos fuéramos unos años atrás cualquier jefe exigiría un mínimo de estos objetivos para considerar que su empleado está haciendo bien las cosas. Al menos que hoy en día seas un comercial puro y duro el centro de atención se ha fijado en otros aspectos como es el de cuidar la relación con los clientes.
Recientemente se ha publicado un estudio por Aberdeen Group en el cual se analiza como la relación con el cliente ha crecido de forma considerable en detrimento de la propia productividad durante los últimos 2 años. Mientras que antes la productividad de los empleados era la preocupación principal del 65% de las empresas este porcentaje ha caído hasta el 44%. Sin embargo, cuando hablamos de cuidar las relaciones con los clientes, la preocupación por este campo ha aumentado del 32% hace dos años hasta el 59% en la actualidad.
Uno de los grandes motivos por los cuales los principales dirigentes de las empresas han centrado su foco en la atención al cliente es que al mismo tiempo que se generan usuarios satisfechos también los trabajadores son más felices. Son varios ya los estudios junto con este que demuestran una relación directa entre la felicidad de los propios clientes y la de los trabajadores que se centran en ayudar a conseguirla.
Además, el éxito de una atención al cliente de calidad pasa por los trabajadores que deben tratar con ellos. Una voz agradable, guardar las formas, mostrarse optimista y otra serie de detalles son fundamentales por lo que se trata de una espiral que una vez puesta en marcha se retroalimenta ella sola.