La presencia en redes sociales es un factor directo en la influencia sobre la reputación online que debe tenerse en cuenta siempre. Sin embargo, esto afecta a la dicotomía sobre si las redes sociales deben ser personales o profesionales.
Distinguimos como las que mejores y más amplias ofrecen en este sentido las redes sociales de Facebook y Twitter. Muchos usuarios escogen la primera como red social personal y la segunda como profesional, pero queda la duda de si esta es la mejor estrategia o conlleva algún error en nuestros objetivos de reputación online.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que Facebook permite mayores opciones de privacidad, de forma que es mucho más sencillo distinguir lo que se quiere mostrar a cada tipología de usuario e incluso si se permite el acceso a nuestro perfil a todos los contactos o sólo a unos pocos y, de éstos, hasta dónde llega la limitación en cada caso.
Twitter, sin embargo, limita mucho más las condiciones de privacidad. De esta forma, si queremos tener un perfil privado de Twitter, debemos bloquear nuestras publicaciones y exigir mediante solicitud por la red social si algún usuario puede o no ser seguidor nuestro y poder leer nuestros tweets.
Ante este panorama, parece lógica la decisión de dejar Facebook para el ámbito personal, con publicaciones exclusivamente visibles para nuestros contactos más cercanos (si son amigos, familia o compañeros de trabajo es decisión del propio usuario), mientras que la delicadeza en Twitter debe ser mucho más cuidada. El perfil público en la red de «microblogging» parece la opción más lógica, ya que el bloqueo de lo tweets transmite la sensación de que se quiere ocultar algo, pese a que no sea esa la realidad.
Al tener tweets públicos, debemos ser fieles a nuestra personalidad, teniendo en cuenta que nada perjudique directamente nuestro trabajo o empresa. Esto limita en cierta medida la libertad de expresión, pero no debe ser un motivo de modificación de nuestra personalidad, que podemos siempre reflejar además de a través de nuestros tweets, también con nuestra imagen de cabecera e incluso de perfil, así como aquellos perfiles que seguimos y el contenido que compartimos.
Como en todo, cualquier publicación o acción nuestra en las redes sociales será siempre criticada por algunos y alabada por otros. Sólo la privacidad completa asegura una libertad total a la hora de publicar contenido social. Un privilegio que, sin embargo, aporta valor cero o incluso negativo a nivel profesional.