El crecimiento en el número de seguidores es para muchos responsables de los canales sociales un objetivo a alcanzar de forma constante. Sin embargo, no debe perderse de vista la verdadera función de los mismos, esto es, conseguir «clientes» potenciales, entendiéndose éstos como usuarios activos con los que llegar a un fin.
Este fin puede ser tanto la venta de un producto como la consecución de una visita o la promoción de algo concreto (de ahí la obsesión por ser Trending Topic). Pero comprar seguidores no ayuda a alcanzar nada más que un orgullo injustificado, una demostración de fuerza digital realizada con trampas y que, además, tarde o temprano volverá a ser superada.
Lejos del indiscutible hecho de que realizar esta práctica supone un riesgo para la cuenta, así como su cierre inmediato por los responsables de la red social, que siempre condenan esta práctica en sus directrices, hay otros motivos que desaconsejan esta práctica.
A nivel promocional o publicitario, estas cuentas son fácilmente detectadas como robots o cuentas falsas por l nivel y el tipo de actividad. A la hora de volcar una campaña publicitaria en la cuenta, esto se traduce en unas conversiones mínimas, un porcentaje de efectividad escandalosamente pequeño que ahuyenta a cualquier agencia de invertir en dicha cuenta.
En cuanto a reputación online los efectos son mucho más negativos. La veracidad de la cuenta queda en entredicho, se traslada esta imagen negativa a todo lo relacionado con los responsables de la misma (otras redes sociales, su web oficial, su información, sus productos).
Tampoco sirve como elemento atractivo para otros seguidores, de forma que en un futuro a corto plazo la cuenta no crecerá con usuarios reales. Cuando se sigue un perfil o canal es por interés de la marca o por conseguir un posible efecto retroactivo, es decir, un nuevo seguidor propio. El canal que compra seguidores, sin embargo, suele presentar grandes diferencias entre los perfiles que le siguen y los que él sigue, transmitiendo una imagen de poca rentabilidad para quienes busquen a su vez incrementar su número de seguidores de forma real.
Por último está la cuestión del equilibrio entre cuentas. Muchos compradores de usuarios cometen el error de invertir en una sola cuenta. Ésta crece en apenas unos días con miles de seguidores, pero los usuarios interesados de verdad en dicho perfil o página, también acuden a otras redes sociales y descubren un número de seguidores sensiblemente inferior en comparación, cuando la antigüedad es la misma. La mala imagen que ofrece esta estrategia mal equilibrada se acentúa cuando el crecimiento de seguidores se estanca, de forma que en una semana se ganan miles, mientras que a la semana siguiente apenas se rozan los 100 nuevos seguidores.
Con todo, comprar seguidores no sólo conlleva pocos beneficios más allá de un orgullo mal afrontado, sino que además tiene un riesgo innecesario para la reputación online de una empresa.