Desde hace pocos años el concepto de inbound marketing es cada vez más utilizado por los usuarios. En realidad se trata de un concepto de marketing completamente diferente al tradicional.
En esencia, el marketing tradicional intenta convencer al cliente, mientras que el inbound marketing consiste sobre todo en atraer al cliente. Curiosamente el objetivo es siempre el mismo (hay cosas que nunca cambian), la conversión de usuario a cliente. Aunque esto tiene ciertos matices.
Con el inbound marketing, los usuarios que no realizan una compra, adquieren un servicio o simplemente se registran, ¡siguen siendo importantes! Al analizar su vinculación con la marca, es posible saber si están a favor de ella y son fervientes seguidores, sin realizar ninguna acción comercialmente rentable de forma directa. Esto es posible en escenarios en los que el producto es demasiado caro para el usuario (¿cuántos fans de Ferrari nunca tendrán uno?) o que por cuestiones fuera de su alcance no pueden adquirir dichos servicios (por ejemplo, las entradas de tribuna para un partido de los Chicago Bulls si se vive en Palma de Mallorca).
Estos usuarios son fans de la marca y se les debe cuidar para fomentar su fidelización, de forma que se convierten en parte importante de nuestra estrategia de marca, porque se integran en la comunidad de “apoyo” de la misma, algo vital en situaciones de crisis. La diferencia con el marketing tradicional en este sentido es importante, para él la ausencia de compra supone el fracaso de la venta.
Otro concepto interesante del inbound marketing que remarca esa sensación de atracción al usuario por encima del convencimiento, basa su estrategia en aprovechar las cookies instaladas en el dispositivo del usuario para conocer sus intereses y, en caso de estar relacionados con nuestro producto o servicio, hacerle constar que podría ver satisfecha su necesidad o deseo adquiriendo productos de nuestra marca.
Frente al marketing tradicional, este es uno de los principales avances para conseguir la conversión del usuario hacia la figura de cliente final. Un “push” o acción publicitaria de mostrar un anuncio puede o no ser útil según los deseos del cliente, el momento de su publicación y el entorno en el que aparece. Sin embargo, el denominado “remarketing” aprovecha la navegación del usuario para identificar sus deseos de compra y, por ello, los productos mostrados en relación a esta estrategia tienen muchas más opciones de atraer la acción del usuario y convertirlo en cliente.