Difícil situación, ya no solo a nivel reputación, sino en todos los niveles la que está sufriendo la clase política y más poderosa de nuestro país. Recientemente se ha destapado una nueva trama de corrupción bajo el nombre de Operación Púnica y cuyo principal nombre es el ex número dos de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid, Francisco Granados. En total, ha sido 51 nombres los que la Guardia Civil ha puesto sobre la mesa a los cuales se les acusa de multitud de delitos como blanqueo de capitales, malversación de fondos, tráfico de influencias, cohecho, fraudes contra la administración pública y un largo etc. Un nuevo caso de corrupción que azota a España y que pone en jaque a toda la clase política, independientemente del color que sea, siendo los dos grandes y tradicionales partidos los grandes damnificados.
Las redes sociales también han ayudado considerablemente a un derrumbamiento de esta clase política. Más allá de la pésima gestión que han demostrado los partidos a la hora de utilizar los medios sociales para comunicarse con los ciudadanos, las redes sociales han ayudado a difundir y viralizar todo este tipo de escándalos, aumentando el descontento generalizado en la población. Llegados a este punto, ¿es posible volver a confiar en partidos como el PP o el PSOE? Lo cierto es que es muy difícil y así lo demuestra las intenciones de voto de los ciudadanos, haciendo que un partido tan nuevo como Podemos con Pablo Iglesias a la cabeza cada día goce de mayor popularidad. Ni si quiera partidos como Izquierda Unida o UPyD han conseguido acaparar este descontento ya que son vistos como una forma antigua de hacer política.
Trasladando la situación a nivel empresarial esto demuestra que cuando la reputación, tanto offline como online, llega a tal nivel, no queda más remedio que empezar totalmente de cero. Uno de los casos más claros es que el de Malasia Airlines que ya analizamos en el post «¿Puede Malaysia Airlines recuperar su reputación?» donde la empresa ha tenido que romper con todo y llevar a cabo una remodelación de principio a fin. Esto demuestra que los partidos más tradicionales no pueden seguir usando fuerzas del pasado y tienen que regenerarse al completo con caras nuevas así como con formas de hacer política más innovadoras.